Desmovilizado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Walter Mosca regresa por un breve tiempo a los Estados Unidos. Allí tiene sólidos lazos familiares y -de algún modo- afectivos. Pero algo le arrastra de nuevo a la Alemania devastada de la postguerra: el miedo a la mediocridad, las nuevas relaciones que ha establecido, y la ambición: Alemania es un buen lugar para hacer dinero especulando con las carencias de la población.